Ghost In The Shell ⧊ Distopía Cyberpunk y Transhumanismo
cómo la vida de los ciudadanos de a pie será regida por las corporaciones
Ghost In The shell es un aclamado manga de ciencia ficción publicado en 1989 por Masamune Shirow, que muchos conocerán por su espectacular adaptación animada de 1995.
Es el año 2029 la tecnología cibernética atraviesan transversalmente la vida de las personas, la informática se ha vuelto el norte de la existencia al punto de que los intereses internacionales en el contexto de una nueva guerra fría giran en torno a la seguridad electrónica, donde además es constantemente amenazada por cibercriminales, el avance de la humanidad y el avance vertiginoso de la tecnología ha permitido a la gente sustituir partes de su cuerpo por implante protésicos, ya sea por necesidad o sencillamente para amplificar sus sentidos y capacidades. De hecho la propia protagonista de la historia la mayor Motoko que es una Cyborg completa donde lo único orgánico que le resta de su cuerpo es su cerebro y su médula, de ella solo queda su conciencia y su espíritu encerrado adentro de un cascarón.
Analogía que le da nombre al título de la obra.
¿Por qué estoy hablando de manga? Bueno, la razón es simple, si bien los paisajes futuristas que la obra presenta parecen ser todavía lejanos partiendo de que teóricamente estamos a cinco años de distancia del año donde toma lugar la historia, realmente, ¿qué tan lejos estamos de aquel 2029 distópico y en cuánto tiempo podremos llegar a este punto tan oscuro de la humanidad?.
Debo decirles que hace años, ya hemos cruzado esa puerta, y el futuro de Ghost In The Shell, es cada vez más real y no es algo precisamente para celebrar hoy.
Vamos a hablar de transhumanismo.
El título es una referencia directa a la cuestión existencialista sobre la cual gira toda la obra.
El futurismo va mucho más allá de eso, la realidad del Japón donde toma lugar la historia es completamente desalentadora y de visión derrotista, qué es replicado en todas las obras de índole Cyberpunk, un futuro que ya se escribió y que puede parecer lejano para los occidentales pero que a los japoneses, les toca cada día más cerca, un antefuturo que se vislumbra a la vuelta de la esquina para todos, en una sociedad que no solo nunca alcanzó un orden poscapitalista, sino que además derivó en un tecnocapitalismo feroz que sólo máximiza las problemáticas preexistentes en un mundo cada vez más interpelado por la tecnología, sino la que cuyo desarrollo se volvió insostenible, donde la escasez de recursos empuja del ciudadano promedio a los márgenes de la pobreza y a la de sus hijos, una catástrofe socio ambiental vaticinada durante décadas, pero que nadie quiso escuchar; y como acabo de decir nunca se alcanzó un orden poscapitalista que consiga sortear el cumplimiento de aquella trágica profecía.
Así, la vida de los ciudadanos de a pie será regida por las corporaciones.
Donde solo los estados serán capaces de regular las nuevas neurotecnologías y dispositivos digitales. Y tan sólo si tenemos suerte.
Pero decir que el transhumanismo es totalmente bueno no hace falta.
Quizá no hace falta hablar seriamente de alguna obra de ciencia ficción para entender el concepto, porque de hecho es algo de lo que probablemente ya estés al tanto porque está pasando ahora mismo. Lo conocemos todos, el sudafricano que de rato se vuelve el hombre más rico del mundo y que además parece ser el encargado de ayudarnos a dar ese gran salto adelante que la humanidad necesita, puede que sus empresas en SpaceX y Tesla sean las que le dieron mayor renombre, dedicadas a la exploración espacial + sus industriales comerciales, sino que más bien la ambiciosa Neuralink. Una empresa de neurotecnología de la que uno de sus objetivos principales era conseguir implantar un chip en el cráneo de las personas para conectarlo a una computadora y en este Enero de 2024 lo ha conseguido finalmente, aunque los resultados de ese experimento humano aún están por verse.
Al medir la actividad cerebral constantemente, podemos pensar que esta tecnología no sólo traería a discusión las posibilidades y peligros sobre este tipo de prácticas para el futuro de la humanidad, sino que también el planteamiento ético de que una empresa privada multimillonaria se le permita hacer esto con seres humanos. Contemplando la posibilidad de que se suban nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y experiencias a las computadoras y todo lo que eso contempla desde el discurso transhumanista vigente en Estados Unidos y que pretende fusionar a los seres humanos y a las máquinas para que juntos puedan dar lugar al Cíborg, el ser definitivo.
Es decidir construir un mundo en donde el sufrimiento humano y sus límites biológicos dejen de existir para siempre gracias al desarrollo tecnológico, pero en realidad, sin detenerse a resolver los problemas estructurales de la sociedad, no obstante esto ha ido acompañado de nuevas formas de control político y económico a través de nuevos algoritmos producidos por las grandes empresas de Inteligencia artificial A.I.
Que en nuestro caso no es ya para nada raro, la alianza entre corporación / Estado, conociendo como fuimos incorporados progresivamente a la Big Data que algunos gigantes oportunistas de Silicon Valley se dieron con la libertad de experimentar.
Contar con nosotros sin ser conscientes de ello, en consecuencia el transhumanismo, lo que busca es cumplir el sueño especista mediante una revolución de carácter informático y neurocientífico, y en otra solución de esas que aunque no se profundiza demasiado podemos entender mediante algunas líneas de diálogo que estos inplantes son provistos por el estado a quienes les prestan sus servicios y si mañana se rompe este, al menos que hayas cubierto los costos con tu trabajo, deberás devolver dichas piezas lo que en un principio parece un trato justo, pero hay que plantear una cuestión muy importante, y es que tarde o temprano y tengo total seguridad de que estará en el debate público de nuestro mundo, los inplantes no son accesibles y que el estado te provea de uno no solo significa que ese brazo biónico que tienes es propiedad del estado y/o Federal sino que vas a estar atado de por vida a esta deuda debido a que por sus propios medios nunca podrías haber accedido a esto, por lo que por más artilugios biónicos que tengas vas a seguir siendo pobre.
Cosa que queda en evidencia con el compañero de la mayor Motoko en Ghost in The Shell. Pierde sus ojos cumpliendo el deber y ahora deberá trabajar hasta costear la pieza, lo que no sólo presenta la posibilidad de que la accesibilidad a este tipo de inplantes no estará a dispocisión de todo el mundo sino que da la posibilidad de que algunos ciudadanos y burocratas no tengan que renunciar a la fecha de expiración de sus cuerpos de carne, y que esto solo es una posibilidad que se podrán dar los ricos, por eso es que las alternativas del transhumanismo no deberán venir tampoco del burotechno progresismo moderno que solo crítica los peligros de la mercantilización de la Inteligencia Artificial y la imposición de una especie de neoliberalismo digital, sin cuestionar las bases racionalistas y antropocentricas que esta sostiene, por lo que no solo se trata sobre regular las nuevas neurotecnologías y dispositivos digitales desde los estados sino entender que estas no tienen que necesariamente derivar en un sálvese quien pueda ante un mundo al cual no tenemos interés de arreglar, sino del cual prevenir daños.
Entendiendo que si bien puede significar el paso que la humanidad necesita dar, at portas de la extinción, si va en vías de quién es el que da el mejor discurso transhumanista, este mismo puede estar finalmente dirigido a una élite económica política e intelectual
que quiere superar nuestra condición de seres vivos para salvarse de una catástrofe socioambiental que ellos mismos provocaron. Mientras tanto imaginar el transhumanismo sin un mundo poscapitalista será necesariamente el nacimiento de un nuevo aparte, ahí donde aquellos quienes no tengan acceso a la tecnología, serán sistemáticamente devorados por la garra de una sociedad atribuida a una verdadera distopía Cyberpunk.